Aquellos que estudian las ciencias de las plantas y de los animales ya conocen los problemas que genera la reproducción de individuos de una misma especie que coexisten en grupos limitados en su número y acotados en el espacio físico que ocupan. La reproducción entre aquellos que están emparentados genéticamente se transforma, a veces, en una constante generación tras generación, sobre todo en grupos de seres vivos que están condicionados tanto por su número como por el espacio, lo que queda evidenciado en los especímenes descendientes de estas cruzas quienes padecen las consecuencias de estas conductas. Cuando la concepción ocurre en los seres vivientes el juego genético, en su afán de ir corrigiendo aquellos genes defectuosos que posibilitan la aparición de enfermedades o condiciones que perjudican un correcto desarrollo de la vida, posibilita que la mayoría del ADN que se transmite a la descendencia sea aquel que tienda a reproducir la vida en las mejores condiciones condenando a la recesividad a los genes que resultasen defectuosos y que tenderían a fomentar la aparición de enfermedades y patologías que menoscabarían la calidad de vida. Sin embargo, cuando la cotidianidad de estos grupos está afectada por las condiciones que ya hemos mencionado, la procreación entre individuos emparentados parece ser la única opción que tienen para asegurar la existencia de descendencia que permita la consolidación del grupo propiamente tal. Lo anterior, y conforme la tendencia de apareamiento entre individuos genéticamente concordantes se transforme en la regla general, en vez de traer beneficios para la comunidad terminaría por perjudicarla, porque esta acción provocaría que los genes relegados a la recesividad se transmitieran más frecuentemente, haciendo que una generación presente más predisposición a las enfermedades que la anterior. Esto lo tienen bastante claro los crianceros, estancieros, ganaderos y todo aquel tiene a su cargo un piño de animales: las enfermedades congénitas están más presentes en aquellos piños en donde la endogamia, esto es la reproducción entre pares con afinidad, es una constante y a la larga, provoca el colapso genético de la comunidad porque aquellos alelos recesivos, donde se alojan estas enfermedades, están sobrerrepresentados.

Lo descrito en el párrafo anterior ocurre también en las comunidades humanas. Los especímenes humanos denominados “neandertales” se extinguieron hace más de 40 mil años de la faz de la tierra. Si bien fueron distintos factores y circunstancias los que protagonizaron todo el proceso que llevó a la extinción de ellos, algunos investigadores mencionan no sólo al proceso de hibridación que vivió esta especie con sus coetáneos cromañones, sino también a los distintos procesos de endogamia que los mismos neandertales enfrentaron en pos de la supervivencia del grupo, grupo que también se veía afectado por todo un contexto ambiental patológico que no les era favorable. Los distintos cruces endogámicos provocaron una serie de anomalías congénitas en los neandertales, anomalías que incluso en el día de hoy pueden ser identificadas a través del análisis y estudios de los distintos restos antropológicos que existen de esta especie. A pesar de la conciencia que existía y existe sobre la amenaza genética que constituye la endogamia, este problema de antaño se trasladó a todos los espacios generacionales de nuestra historia, donde muchos grupos humanos, en distintos períodos históricos del desarrollo, se vieron forzados a establecer relaciones con sus parientes por distintas cuestiones, primando como motivo principal la estrechez del espacio físico donde se establecían y las escasas o nulas relaciones exogámicas que podían formar por el, a ratos, nulo recambio de las poblaciones. La decisión de contraer matrimonio muchas veces no representaba la real voluntad de los consortes, siendo obligados a contraer nupcias con sus parientes por cuestiones elitistas y estamentales, y otras veces económicas con un fuerte componente asociado a la posesión de la tierra, sobre todo las productivas.

Reconstrucción de la apariencia de un Neandertal a través de evidencia científica. Fuente: National Geographic

A nivel mundial, son conocidas las historias de la frecuente endogamia de la dinastía ptolomeica en Egipto, llegando al punto en que los pertenecientes a esta familia no se casaban con desconocidos, siendo muy comunes incestuosos matrimonios entre hermanos. Otra familia real que se vio afectada por las políticas de matrimonios consanguíneos, abundando los enlaces de dobles primos hermanos y de tíos con sus sobrinas, fue la casa de Habsburgo, reinante durante algunos siglos en España y también en el imperio austríaco. Llegó a tal nivel la endogamia en esta casa real que el último rey que pudo darle a España, el rey Carlos II, conocido por su moto de “El Hechizado”, apodo que se le daba por los severos problemas físicos y cognitivos que presentaba, con enormes dificultades para lograr aprendizajes lo que no le permitían llevar una vida con un mínimo de calidad, llevó una sufrida vida de extremos dolores y delirantes episodios mentales, luciendo en su rostro la característica típica de los Habsburgos endogámicos: el prognatismo mandibular. Siendo inhábil para producir descendencia, a pesar de haber desposado a dos doncellas próximas a su familia, la casa real de Habsburgo se vio extinta, en su línea agnaticia, por el colapso genético a la que la habían llevado los sucesivos matrimonios entre parientes muy cercanos. Otras enfermedades asociadas a la transmisión genética fueron la hemofilia y la porfiria, las que en el siglo XIX y comienzos del XX se fueron asociadas a la familia real británica. La primera, una terrible enfermedad a la sangre, llegó a afectar a las familias reales de España y de Rusia, arrebatándole la vida a varios pequeños príncipes cuyos únicos pecados fue haber tenido un ancestro en común. De la segunda se ha señalado que es una condición que han heredado, al parecer, los descendientes del rey Jorge III de Gran Bretaña, con un espectro sintomático bastante amplio, desde dolores físicos hasta padecimientos mentales, siendo el color de la orina del afectado el síntoma indicativo de esta enfermedad.  

Retrato, de autoría anónima, de Carlos II «El Hechizado», donde podemos notar claramente su prognatismo mandibular.

Nuestro país no ha estado exento de la existencia de esta conducta en la composición de las distintas tramas familiares que han sostenido la sociedad chilena a lo largo del tiempo, no sólo siendo clave para la conformación de la elite aristocrática urbana que ha ocupado la cúspide de la pirámide social, sino también pieza fundamental en la configuración de las redes familiares existentes en los distintos pueblos que se pierden en la sinuosa geografía nacional, donde en las gentes del campo también cimentaron sus dinámicas familiares en esta conducta.

En 1993, TVN emitió un reportaje que relataba la historia de la centenaria condición congénita visual, llamada acromatopsia, que sufrían los habitantes de El Potrero, una localidad de la comuna de Paredones, condición que se presentaba en el lugar en una proporción anormalmente alta en comparación al estándar nacional e internacional. Fanny Cortés, una de las genetistas que investigaban esta situación, señalaba que la causa más probable para esto debía ser las continuas prácticas endogámicas de los habitantes de El Potrero lugar que, a pesar de no estar a tantas horas de la capital del país, se presentaba al resto del país como un lugar que, si bien estaba dotado de bondades agrícolas, era de pésima conectividad, llegando al aislamiento total en los meses de invierno, época en que se hacían intransitables sus caminos de acceso. Este aislamiento que duraba largas épocas del año generó el contexto perfecto para que los habitantes de este lugar generaran sus relaciones obviando y naturalizando los parentescos que pudieran existir entre las partes. Esto no sólo había provocado que los apellidos Pino y Abarca, y las cuatro combinaciones posibles entre ellos, fueran el sostén de la trama familiar de este lugar de Paredones, sino también que los descendientes en distintas generaciones sufrieran de esta enfermedad visual que si bien no es invalidante ni constituye un riesgo inherente al portador o al enfermo, es de un padecimiento incómodo. Más de 20 años después, el equipo de televisión volvía al pueblo para reportear las condiciones de los vecinos y si el mal de la vista seguía registrándose en las nuevas generaciones. El decaimiento de las actividades agrícolas en la zona había forzado a los habitantes de El Potrero a buscar en otras áreas del país nuevos horizontes labores, resolviendo así no sólo el asunto de reconversión laboral que los apremiaba, algunos formaban familias con personas ajenas a la zona, o los que se quedaban en el pueblo se unían a los afuerinos que fueron llegando de forma más regular conforme las condiciones de accesibilidad vial mejoraban. De esta manera, la diversidad genética de las nuevas poblaciones de El Potrero provocó que esta discapacidad visual no afectara a las generaciones más recientes. Un problema similar se vive en Quilquelil, una localidad rural perteneciente a la comuna de Freire en la región de la Araucanía, donde un 55% de sus habitantes sufren de retinosis pigmentaria, transformándola en uno de los lugares donde existe mayor proporción de discapacitados en relación a la población. Los expertos también señalan que esta condición persiste en su transmisión a las nuevas descendencias por la extensiva práctica de la endogamia dentro de la comunidad, siendo los apellidos Reyes y Carvajal los dominantes y más repetidos dentro de la ancestría de los habitantes de esa zona de Freire.

Parroquia Nuestra Señora de las Nieves en la comuna de Paredones. Fuente: Wikipedia

En la actualidad, las relaciones intrafamiliares que producen descendencia han sido calificadas como degeneradas y antinatura generándose una aprehensión negativa cuando nos topamos con algo de este tipo en nuestros propios árboles genealógicos. Sin embargo, merecen ser reconocidas en su mérito y, por sobre todo, en su contexto, porque esta dinámica de relacionarse con otros constituye la base, de manera transversal, de la mayoría de los núcleos familiares de nuestro país. Por lo tanto, el fenómeno de la endogamia y de las relaciones consanguíneas de antaño se presenta como un tema interesante de analizar puesto que las tramas que se dibujan conforme se va consolidando el fenómeno, nos pueden otorgar las respuestas a problemas que nos afectan en el presente.

1 comentario

  1. Estimado Pablo,
    Excelente trabajo educativo, siempre leo con atención tus escritos,
    Muchas felicidades y éxito familiar y profesional para el 2022 que ya comenzó..
    Un abrazo,
    Pedro Fonseca

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