Mario Medina Benavente fue otro de los nietos de Elías Medina y de Rosario Chávez que lograron destacarse en el desarrollo profesional de sus carreras, transformándose a la larga en un querido profesor no sólo en el círculo penquista, sino en varias ciudades del Chile central donde iba cumpliendo las labores docentes y administrativas que se le iban encomendando. Mario hizo sus estudios primarios en Rinconada del Laja, lugar donde su padre se había establecido pues era el asiento principal de sus actividades económicas, para luego proseguir la senda de los estudios superiores en Concepción y Santiago, para finalmente conquistar el corazón de la notable Corina Vargas Vargas, quien además de ser pionera de la educación chilena fue también la primera mujer, a niveles latinoamericanos, que cumpliera las labores de decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Concepción.

Corina Vargas Vargas. Fuente: Diario de Concepción.

Mario Segundo nació el 6 de octubre de 1892 en El Espigado, sector ubicado al interior de las montañas de Santa Juana, y fueron sus padres Mario Medina Chávez y María Cipriana Benavente Fonseca, quienes habían sido casados el 28 de diciembre de 1878 en la visita que hizo el cura párroco del pueblo al Chacay. Su padre, Mario, nacido a fines de 1854 y bautizado en octubre de 1855, fue un agricultor que durante el comienzo de sus actividades comerciales y productivas se instaló en las inmediaciones de las tierras que ocupaban su familia en San Jerónimo y en el interior de Nacimiento, para luego trasladarse a la villa de la Rinconada del Laja, lugar donde también el trabajo de la tierra se transforma en su menester principal. En Laja, continúa con el flujo comercial que tenía con sus parientes de Santa Juana y Nacimiento, por ejemplo, con Felizardo Salas Toro, marido de su prima Gregoria Salas, para posteriormente, y en conjunto a dos de sus hijos y otros comerciantes, formar la sociedad comercial «Mario Medina e Hijos Limitada«, en 1911, cuyo objeto era la «compra y venta de mercaderías nacionales y extranjeras y de frutos del país», giro ampliamente usado por los comerciantes que se dedicaban al comercio de distintas clases de productos y mercancías que obtenían de las nacientes industrias en suelo chileno de comienzos del siglo XX o de las importaciones que hacían las casas comerciales de capitales extranjeros con sucursales que mantenían en ciudades y pueblos a lo largo del país. La sociedad es liquidada en el año 1932, luego de 22 años de fuerte actividad en las ciudades de Laja, Nacimiento, Los Ángeles y Concepción, contando entre sus acreedores a reconocidas firmas importadoras e industriales fundadas por extranjeros llegados durante el siglo XIX, como la Unión Comercial de Concepción, Franklin y Cía, B. Timmermann y Cía. Limitada, Óscar Spoerer y Cía. Limitada, entre otras, deudas que fueron pagadas con los excedentes del inventario, con las cuentas por cobras y por algunas acciones de la Compañía Chilena de Tabacos que mantuvo la sociedad hasta el final de su ejercicio. La población Mario Medina, ubicada en la comuna de Laja, existe hoy en día y surge al alero de la Cooperativa de Vivienda y Servicios Habitacionales Mario Medina Chávez, cuyos estatutos fueron protocolizados en Concepción en el año 1968 y se erige como testimonio de la figura del padre del profesor Medina.

La madre de Mario, María Cipriana Benavente, nace en el invierno de 1856 y es bautizada en octubre del año siguiente, en el seno de la relación informal de su madre, Agustina Fonseca, con Celestino Benavente Medina, rico terrateniente de la zona. Por este motivo, es omitido el nombre y apellido de Celestino del registro bautismal. Sin embargo, la relación de Agustina con Celestino no fue una esporádica y pasajera, sino una de largo aliento, lo que iba siendo confirmado cada vez procreaban algún vástago: en 1849 nace Martina y en 1852 lo hacía Juan Francisco. Paralelamente, Celestino mantenía no sólo otra relación que se escapaba de las arras del matrimonio, y con una prole creciente, con Candelaria Salas Avello, además en aquella época había contraído nupcias con Rosario Ríos. La historia de estas relaciones la puedes leer en dos partes, haciendo click aquí y aquí. Las conexiones propias de su padre y el contexto familiar del que se rodeó, permitió que María Cipriana fuera desposada por uno de los parientes cercanos de su padre, conservando la cohesión endogámica tradicional de esta familia. Sobre los Medina y el fenómeno endogámico que caracterizaba a este grupo familiar, puedes encontrar más información aquí.

Como ya lo habíamos mencionado, Mario Medina Benavente haya cursado sus primeros estudios en alguna de las escuelas preceptoras en Nacimiento o Laja. Es muy probable que la siguiente ciudad destino de su periplo educacional haya sido Concepción, tomando en cuenta que trasladarse a esa ciudad era una de las pocas opciones que tenían los jóvenes de los distintos rincones de la provincia para finalizar sus estudios secundarios. La otra opción viable para Mario era Los Ángeles, ciudad que es cercana a Laja. En 1892, en Concepción, su padre le había comprado una casa de altos ubicada en calle Carrera, llegando a la actual avenida Prat, a Carolina Fuentes Gavilán (hermana de David Fuentes Gavilán, comerciante de Talcahuano de considerable fortuna y quien fuera padre de David Fuentes Soza, pionero de la aviación chilena), propiedad utilizada por Medina en varias ocasiones para garantizar algunas cuentas corrientes o el pago de algunos mutuos y deudas que iba adquiriendo en el ejercicio de su firma comercial. Resultaba más obvio y cómodo, al parecer, para la familia Medina Benavente, enviar a sus hijos a terminar sus estudios a la ciudad penquista puesto que podían alojarlos en la casa de Carrera #53, además de que contarían con un entorno familiar a la mano, considerando que varios familiares habían establecido residencias en la ciudad penquista a comienzos del siglo XX: Clotilde Neira Fonseca, tío del profesor Medina, junto a su esposa Sinforiana Cuevas Salas tenían una casa en el barrio La Pampa de la ciudad, al igual que el matrimonio compuesto por Víctor Martínez Varela y Rosario Cuevas Salas, su primo Roberto Fonseca Benavente también tenía una casa cercana por calle Orompello, Alejo Salas Cuevas se hizo dueño de unos sitios que bordeaban la laguna Tres Pascualas, mientras que Felizardo Salas Toro tenía un par de parcelas en el camino a la Escuela Agrícola, en el otro extremo de la ciudad.

Liceo de Aplicación de Santiago de Calle Cumming, en 1920. Fuente: Flickr – Stgonostalgico

Los primeros rastros de la carrera profesional de Mario Medina los encontramos en la ciudad de Santiago, en 1915. Es el Liceo de Aplicación, que en aquellos años estaba recién estrenando el nuevo edificio de calle San Miguel, de aquella ciudad el que ocupa los primeros 5 años de la carrera profesional de Medina. Ese año el escribiente y bibliotecario del Liceo, don Francisco Ferrada Bobadilla renunciaba a los cargos que ocupaba en el establecimiento. Propuesto por el jefe respectivo, la vacante de ambos puesto es ocupada por el joven sureño. En los años que siguieron, se le suma una participación en las comisiones de extensión secundaria dictando interesantes conferencias como por ejemplo, la que dicta en agosto de 1917 sobre el teatro de Víctor Domingo Silva y de Eduardo Barrios. Al año siguiente, en 1918, el profesor de historia del Liceo, don Juan Meneses, enferma y solicita un mes de licencia para reestablecer su quebrantada salud. Fue la primera oportunidad del profesor Medina de dictar clases en el aula, siéndole asignadas 6 horas semanales, de las 30 que tenía Meneses, hasta que el profesor titular regresara. En junio de 1919, Meneses vuelve a enfermar y nuevamente toma un mes de licencia y Medina, quien había retornado a sus labores habituales dentro del Aplicación, lo reemplaza esta vez en sólo 3 horas de las 30 que tenía en la semana. En agosto del mismo año la colaboración del profesor Meneses es solicitada para la confección del «catálogo de un gabinete modelo completo de historia y geografía para los liceos de la república», en una comisión ad-honorem, por lo tanto, durante la ausencia del Meneses exigida por su trabajo comisionado, Mario Medina vuelve a reemplazarlo en las mismas 3 horas semanales.

Liceo de Hombres de Los Ángeles, en plena remodelación en 1909. Fuente: Flickr

La década de 1920 comienza con un gran cambio para el profesor Medina. Vacante el cargo de profesor de historia y geografía en el Liceo de Hombres de la ciudad de Los Ángeles, en agosto de 1920 el Consejo de Instrucción Pública resuelve la terna para proveer algún candidato para la ocupación del cargo. El decreto señala que «nómbrese a don Mario Medina, propuesto en la terna respectiva, para que sirva en propiedad el empleo de profesor de historia y geografía, con dieciséis horas semanales de clase en el Liceo de Hombres de Los Ángeles». Los años transcurren mientras Mario realiza la labor encomendada, recibiendo sus respectivos trienios, sobresueldos y otras regalías pecuniarias, debidamente informadas en el Diario Oficial. En 1927 se le suma a su carga laboral en el Liceo, la realización de una hora semanal de clases de Caligrafía. Además de participar de las comisiones examinadoras de las temporadas finales en Los Ángeles, también lo hizo en 1928 en las comisiones del Liceo de Niñas de Mulchén, en 1930 en algunas escuelas y colegios particulares de Concepción. Es en esta última ciudad donde traba su siguiente destino laboral, llegando en 1931 al Liceo de Hombres de Concepción, en el cargo de Inspector General, a pesar de que el año anterior había sido ratificado en su cargo en Los Ángeles por el ministro Mariano Navarrete, como fue publicado en el número de La Nación fechado el 20 de marzo de 1930.

Liceo de Hombres de Concepción. Fuente: Flickr – Stgonostalgico

Es Concepción la ciudad que escoge para pasar sus últimos años de trabajo, y los últimos de vida en compañía de la talentosa profesora Corina Vargas, y de la familia que había formado junto a ella. Durante la década del 1930, continúa en las labores de Inspectoría General del liceo, además de las otras típicas añadidas a la autoridad de su cargo. En 1941 se informa que Mario Medina dejaría de servir 3 horas a la semana, horario en el que fue reemplazado por el vicerrector del liceo de aquel tiempo, don Rafael Miranda. De ahí en adelante, se mantiene ligado al Liceo de Hombres de Concepción hasta una fecha muy cercana a su muerte, la cual ocurre el 16 de octubre de 1958 en la misma ciudad. Con su fallecimiento, deja un imborrable recuerdo en la memoria de sus colegas y estudiantes del liceo, quienes lo recuerdan con gran cariño hasta el día de hoy.

Por último, un dato curioso de Mario Medina Benavente y que no dejar de ser notable, es su faceta de escritor. En 1922, y bajo el seudónimo de «Zalacaín«, publica a través de una pequeña editorial de nombre «Apolo«, un libro de 109 páginas y que contiene 15 cuentos cortos. Además de este emprendimiento literario, Mario aportó en alguna de las 7 publicaciones que tuvo «La Mandrágora«, fundada por los poetas Braulio Arenas, Teófilo Cid y Enrique Gómez-Correa y que tuvo existencia entre los años 1938 y 1943.

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